Ricardo Norberto Palacios: La historía de uno de los dueños de la Cueva.


Ricardo Norberto Palacios, fue uno de los protagonistas en la historia del rock argentino. Los que han leído un poco, o visto entrevistas, sabrán qué junto con Billy Bond y Carlos Villalba, regentearon el boliche “La cueva”.

Allí, en Avenida Pueyrredón al 1700, confluyeron innumerables figuras de la época; Personajes variopintos, qué sin saberlo, comenzaban a gestar un movimiento tan fuerte, qué a fines de la década, junto con artistas, músicos y escritores, acabarían por cambiar los viejos paradigmas, que se venían arrastrando de generaciones anteriores.

Con alegría y humor, Ricardo nos cuenta de sus inicios, de su llegada a la cueva, y del porqué de la sociedad con los dos músicos. También recuerda cómo junto a Tango y Sandro apadrinaban chicos en el hospital de niños, y nos da una explicación del porqué de las constantes intervenciones de la policía en el local.

Sin más preámbulos, acá los dejo con el testimonio de Ricardo, una pepita de conocimiento para guardar en la repisa, y tenerla siempre a mano:

“Es un gusto poder contarle como fue mi paso por La Cueva. Empecé muy joven, a los 15 años como extra de cine y televisión, fotonovelas y cortos publicitarios, que ahora le llaman spots. A los 17 me asocio con el que era mi representante, e instalamos la oficina en una sala de la casa de mis padres, que me la prestan para tal fin en avenida Córdoba y Salguero. También representamos conjuntos musicales o bandas, y así es como conozco a aquel emblemático, también representante, “el gordo Martínez", y no puedo dejar de comentar que fue una de las personas más creativas y tentadoras que he conocido. Así es como a través de él conozco a Julio Canterini, "Muñeco"/Billy/Bondo, que en ese momento tenía un conjunto llamado “Los Guantes Negros”. No recuerdo bien si es por él que llego a La Cueva, que en ese momento funcionaba como una whiskería. Ya que yo iba antes de que se cerrara, cuando era del gordo Pasarotus. Pero la cuestión es que empecé a concurrir asiduamente entre semana, después que salía del colegio (estaba cursando en el Gral. Belgrano el último año del secundario en el turno noche).

Aquí coincidieron dos hechos, por un lado yo decido no continuar con la agencia, y por el otro "el viejo Bravo" ( aclaro que era bastante más joven que yo ahora ), nos comunica a la barra de los que nos reuníamos en el boliche, que el dueño del local -o de la llave del mismo-, había tomado la decisión de cerrarlo porque ya no le era redituable; y además había perdido la esperanza de poder habilitarlo como “clase A” (creo que era lo que le permitía tener alternadoras, o como se les decía normalmente: "coperas"1).

Aquí tengo una duda con respecto al apellido del dueño, Billy recuerda que era Blanco y a mí me suena que era Rosado, pero bueno no es relevante eso (sino era tinto jajaja). Él además era dueño del piringundín Arizona en Viamonte y 25 de Mayo, el más importante del bajo en esa época, años después fue de una amiga mía, que producto de sus encantos recibió de regalo de un alto oficial de la Marina Inglesa. En cuanto nos enteramos del cierre pergeñamos con Muñeco, Carlitos, Bravo y yo*, de ofrecerle a Blanco que nosotros se lo alquilábamos. Lo fuimos a ver a Viamonte e inmediatamente nos dijo que sí, y nos puso las siguientes condiciones: a) el alquiler sería de $10.000 por semana. b) el próximo lunes no más tarde debíamos llevarle el pago adelantado. c) el primer lunes que no cumpliéramos con el pago semanal adelantado se terminaba el pacto de palabra. Ya que no se firmó ningún papel, sepan los jóvenes de hoy que así era antes la palabra y el apretón de manos valía más que cualquier contrato. Si no se cumplía lo pactado el martes siguiente el cerraba definitivamente el local. Así fue que nos pusimos manos a la obra esa semana y empapelamos todas las paredes, pintamos, se hizo él boca a boca e inauguramos el viernes.

Mi función era comprar las bebidas, preparar el "whisky" con el Old Smuggler y la Doble V2, atender la barra sobre todo los viernes, sábados y domingos que ellos dos iban a hacer los bailes; y lo otro era cuidar que Bravo, no se equivocara con los números de algunas compras o de la caja, en su turno que finalizaba a las 00:00 hs. El día de la inauguración recaudamos $25000, y entre sábado y domingo otro tanto. Así que comprendí inmediatamente que esa sería mi nueva ocupación.

Mientras yo estuve en LC nunca bajo la recaudación, salvo cuando nos caía Margarides, a llevarse cuánta persona con pollera veía en el negocio, llegando al punto un día de llevarse a una muchacha que estaba con su marido por no tener la libreta de casamiento encima. Ahí sí por unos días bajaba y después se normalizaba. Y a los postres, este personaje fue quien más colaboró para alejarme de LC, además de que yo estaba muy cansado por la vida que llevaba. Me acostaba todos los días a las 6 o 7 de la madrugada, ya que a veces después que cerramos a las 4, nos quedábamos ahí escuchando los boleros de Sandro que le apasionaban, o nos íbamos a la Perla, o a una cervecería que estaba en C.Pellegrini casi Tucumán, y me levantaba a las 6 de la tarde, prácticamente no veía el sol. Terminé con una tuberculosis que seguramente la pesqué por estar desnutrido en el Hospital de Niños, donde apadrinábamos chicos internados y les llevábamos juguetes, y cantaban Sandro y Tanguito, que también creo que se apestó.

Como te decía de Margarides el final fue un día viernes de finde largo (como siempre para hacer más daño), no vino él, pero mando al oficial de calle “Sampayo” con dos carros de asalto y cargo a todos, 52 personas ahí si hombres, mujeres, clientes, y músicos. Cuando le pregunté si los llevaría a todos me contestó: "sí y a vos también, órdenes del Jefe...". Al escuchar esto recuerdo que le dije: "¿a mí? …sí te toca..." y me encerré en la cocina. No pasaron 10 segundos en que la endeble puerta de la cocina se estampó contra la pared de enfrente y ahí emprendí el viaje a Moreno y Virrey Ceballos.

Después de comerme cuatro días en el Departamento Central de Policía, tomé la decisión de dejar La Cueva, la noche, sanarme y dedicarme a mi pareja, y como ese año ya había sacado el registro me puse a trabajar de remisero, con el coche de un amigo de la infancia de Constitución, uno de los dueños de la Múnich de la Recoleta.”

En 2006 Ricardo deja la Argentina para cumplir uno de sus sueños, dedicarse a la cría de un SPL (Sangre pura de carrera), una de sus mayores pasiones. Desde entonces vive en Uruguay con su esposa "Susy", también amante de los caballos, y compañera de toda una vida. En el 2018, se reencontró con sus dos socios y rememoraron viejos recuerdos cueveros.

Nota:
Este pequeño artículo, es una manera de homenajear y ponerle rostro a Ricardo. Uno de los protagonistas de esta historia, que sin ser músico, fue parte de ese grupo de amigos, que pasaban sus noches enteras despiertos, cuando el resto de la ciudad dormía. Por entonces eran todos iguales, músicos, poetas, artistas y actores, pasaban sus noches en la cueva, tomando una copa, disfrutando de la compañía, descubriendo que querían hacer con sus vidas.


1 Las alternadoras o "coperas", son empleadas contratadas por el dueño del Bar, para bailar o "alternar" con los clientes. Su función principal es la de fomentar el consumo del cliente en el bar y les inviten tragos.
2 "Old Smuggler" y "Doble V", son dos marcas de whisky que se siguen comerciando y produciendo.
3 Ricardo Explica: Margarides era en ese momento Jefe de Seguridad Nacional y después fue Subjefe de Policía en la época de los militares.
* Ricardo recuerda que inicialmente serían más socios: "había otros 2 o 3 que no recuerdo, pero como no pusieron su parte los dejamos afuera el mismo día de la inauguración"
** Dibujo inferior de izquierda a derecha: Carlitos "Carnaza" Villalba, Ricardo Norberto Palacios, "Muñeco"/Billy Bond (Giuliano Canterini)

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